jueves, 21 de octubre de 2010

LA MÚSICA DE EGIPTO



LA MÚSICA DE EGIPTO


La música, una vez admitida en el alma, viene a ser una especie de
espíritu, y no muere. Vaga desordenadamente por los salones y galerías de
la memoria, y a menudo se vuelve a escuchar distinta y viva, como
cuando por primera vez desplazó las ondas del aire.

Bulwer

La música es la cuarta gran necesidad material de nuestra naturaleza –
primero el alimento, luego la ropa, después el hogar, entonces la música.

Bovee

Cuando uno piensa en la antigua tierra de Egipto, las hermosas líneas de
Leigh Hunt vienen a la mente como expresando algo de su misterio y
encanto. “El Nilo fluye a través del antiguo y silencioso Egipto y sus arenas
como algún solemne pensamiento tejiendo un gran sueño”.

En estos estudios de los antiguos orígenes de la música la idea es delinear
la estrecha correspondencia que siempre existe entre el desarrollo
espiritual y musical de un pueblo. Invariablemente la “Era Dorada” de una
nación será el período cuando la apreciación musical y la realización
espiritual alcancen su punto más elevado. La historia indica que las dos
suben y caen juntas.

Cuando Egipto estaba en su pleno florecimiento bajo los Hicsos o Reyes
Pastores, su música llego a grandes alturas como ambos arte y ciencia.
Mucha de esta sabiduría la legó a las sucesivas civilizaciones. La antigua
Grecia, por ejemplo, la tomó para sí – como Platón indica por relato
refiriéndose al maravilloso conocimiento de los egipcios con respecto a la
música: “El plan que hemos estado proponiendo a la juventud era bien
conocido en Egipto. A saber, nada sino hermosas formas y fina música
debería permitirse en las asambleas de los jóvenes”. El célebre historiador
Estrabón declaró que fue requerido por la ley que a los niños egipcios les
fuesen enseñadas las letras y canciones junto con cierta “especie de
música” establecida por el gobierno. Las calificaciones necesarias para el
sacerdocio eran la medicina (astrológica), la habilidad para tocar
instrumentos de cuerda, y el mérito de ser iniciado en los misterios
espirituales.

Los egipcios eran devotos adoradores de una Deidad dual, los principios
masculino y femenino como representados por Osiris e Isis, el Sol y la Luna
respectivamente, y por las dos columnas de la Masonería, Jachin y Boaz,
pueden ser trazadas hasta su origen. Los Templos iniciatorios más famosos
del mundo son la Gran Pirámide y la Esfinge, que otra vez representan las
polaridades masculina y femenina en manifestación.

En cada país la música ha sido un espontáneo crecimiento nacido de las
necesidades espirituales de la población y de las creencias religiosas que
los representan. En evidencia de esto, es interesante observar que el primer
instrumento musical egipcio conocido fue el dichord, un instrumento con
dos cuerdas que estaba consagrado al uso del Templo. Otro instrumento
de este primer período era una flauta doble que consistía de dos delgadas
varas mágicas que se tocaban simultáneamente como acompañamiento
para los himnos del Templo usados cuando un discípulo estaba listo para
solemnizar el místico Rito de la Polaridad, la unión de los principios
masculino y femenino en su interior. Su ritmo, al fusionarse con otros ciertos
ritmos, tenía el poder para fomentar esta unión. En esto estaba el origen de
la moderna música de bodas, el músico-profeta del futuro, escribió la
música de bodas de Lohengrin para el mismo propósito, así está
armonizada al rito iniciatorio de la Polaridad, también conocido como el
Rito del Matrimonio Místico.

Desde una tumba en Tebas, la ciudad más vieja de Egipto, se tomó una
fascinante fotografía de la flauta doble. Los antiguos siempre consideraron
a la muerte como el preservador de la vida. La figura pintada representa a
un sacerdote vestido para un ceremonial iniciatorio y tocando la flauta de
dos tubos. A su espalda hay una vid floreciente que llega hasta arriba y
corona su cabeza con un halo de flores – obviamente un trazo de la senda
del fuego niebla arriba de la espina, con un concomitante expansión de
los centros espirituales de flor a medida que la flama alcanza las glándulas
pineal y pituitaria. Un bello y antiguo poema describe este místico logro
como siendo “más dulce que la miel y mejor que el vino”.
En la creencia de los egipcios, su próximo desarrollo espiritual estaba
asociado con Thoth o Hermes Trimegisto, el Mercurio de Egipto. Era una
expansión de la conciencia, el tres ahora se convierte en el número
sagrado. Por eso, no dos sino tres deidades eran adoradas, Hermes fue
agregado a Osiris e Isis, Mercurio al Sol y la Luna. Así los principios masculino
y femenino fueron aumentados para completar su concepto de la Santa
Trinidad.

Los historiadores afirman que Hermes estaba dotado con extraordinarios
talentos para todo lo conducente al bien de la humanidad. Fuera de los
toscos y primitivos dialectos de la época él confeccionó un lenguaje
regular y simétrico por el cual comunicó a su pueblo los primeros principios
de la astronomía. Clemente de Alejandría menciona una serie de libros de
Hermes, dos sobre música y cuatro sobre astronomía, materias afines de
instrucción científica impartidas en todas las Escuelas de Misterio.

Y él inventó una lira a la cual le dio tres cuerdas que producía tres
variaciones de sonidos: grave, medio y agudo. El grave estaba
correlacionado con el invierno, el medio con la primavera, el agudo con el
verano. Estos tres tonos eran usados para impulsar la evolución de los tres
poderes del alma en el hombre, poderes conocidos en la terminología
moderna como Voluntad, Sabiduría y Actividad los aspectos de la
Divinidad. El tercer tono tocaba directamente el cuerpo astral o de deseos
del hombre, purificándolo y elevándolo. Los ritos iniciatorios de las tres
estaciones sagradas fueron designados para traer estos poderes del alma
a plena manifestación en la vida de un aspirante a los Misterios. La música
para el ritual se tocaba en el trichord, la lira de tres cuerdas de Hermes, el
Tres veces Ilustre, cuyos ritos eran conocidos como los Grados de Aprendiz,
Hermandad y Maestro. Estos Grados contenían los preceptos
fundamentales que han sido elaborados para formar los Nueve Misterios
Menores y los treinta y tres Grados de la Masonería moderna.

El arpa, sin embargo, parece haber mantenido el primer lugar en la música
egipcia. Aun los sucesivos modelos y estilos de este instrumento fueron una
indicación del crecimiento y decadencia de esa civilización. En un
comienzo tuvo forma de arco, con una sola cuerda, y el músico tenía que
sostenerla en sus brazos. Conforme avanzaba su civilización el arpa fue
perfeccionada y ampliada a tres, cuatro y luego siete cuerdas; también, la
base adquirió su presente forma triangular. Durante el reinado de Ramses
III, quien es conocido como el Faraón que reinaba al momento de ocurrir
el éxodo de los hebreos, y en el tiempo de la Vigésima Dinastía la cual vio
un florecimiento de la civilización egipcia, el arpa se convirtió en el
instrumento real de sacerdotes y reyes. Sólo aquellos quienes habían
alcanzado la dignidad y rango de “Santidad” eran considerados
merecedores de tocar este sagrado instrumento dentro de los Templos.

El armazón de las arpas reales era de oro y marfil, con incrustaciones de
perlas y decoradas con figuras de dioses y diosas. A menudo tenían tantas
como veintiuna cuerdas, tres veces las siete deidades planetarias. Bajo la
manipulación de “los juglares de los dioses”, la música era de
extraordinaria potencia. “La medicina musical” era una realidad. La
curación, junto con numerosos otros así – llamados “hechos
sobrenaturales”, se atribuía a los ocultos poderes de este arte. Los músicos
del Templo asumían una postura de rodillas cuando tocaban las arpas
sagradas con el propósito de hacer magia.

La degeneración de ambas la música y la ciencia empezó con la
conquista y ocupación de Egipto por los Persas. A medida que la potencia
espiritual del arpa disminuía y era olvidada, al instrumento le era negada su
anterior belleza y delicadeza de estructura. Co la decadencia total de la
nación el “arpa real” volvió a su tosca forma primitiva.

Los instrumentos de percusión trabajan sobre la naturaleza de los deseos
del hombre influenciando sus centros emocionales. De aquí que, ellos
llegaran a ser un importante factor en la música marcial de Egipto. Varios
tambores y panderos, similares a aquellos de uso corriente, tenían un lugar
destacado en sus bandas militares. También fue popular un pequeño
instrumento muy parecido a las castañuelas españolas y llamados sistrum.
A él se le atribuía el poder especial para expulsar las entidades malignas.
Aun las siniestras fuerzas engendradas por Tifón podían ser disipadas por él.

Prácticamente todas las religiones asignan a las campanas la misma
eficacia para atraer la intercesión de las deidades guardianas y expulsar
las influencias negativas.

De acuerdo a los registros existentes, los sacerdotes egipcios también
dedicaban “los siete sonidos más sagrados” a los siete cuerpos planetarios.
Gran importancia se le daba a la expresión de estos sonidos, hechos sólo
por la voz humana, como un medio de hacer contacto con las deidades
planetarias y así crear canales a través de los cuales los Seres celestiales
pudiesen transmitir el poder a los adoradores mundanos. Los Padres
Cristianos incorporaron después los siete tonos a algunos de sus cánticos
rituales, tales como “Yo soy la gran lira indestructible del mundo entero” y
“Los siete tonos sonando Te alaban, gran Dios, el Padre que trabaja sin
cesar en el universo entero”.

Así lejos hemos trazado el desarrollo evolutivo, espiritual y musical, con
respecto a la Sagrada Trinidad. Ahora considerémoslo con respeto a la
gente de Egipto. Los egipcios imaginaban al hombre como un ser triacorde.
Además de su visible forma física estaba su doble invisible, el Ka o
cuerpo vital. Luego estaba su alma doble, bi, el masculino y el femenino, y
el Khoo o chispa luminosa del fuego-espiritual. Este fuego-espiritual
contenía los tres principios previamente descritos. Aquí encontramos a la
unificación del tres y el cuatro, la unión del Trino con el Cuaternario que
produce el número-poder siete, sagrado para todos los pueblos y para
todas las filosofías.

La música de Templo del antiguo Egipto parece haber sido de una
naturaleza quieta y relajante. En el intervalo entre 1700 y 1500 A.C. se
introdujo un carácter más ruidoso de un compás acelerado y fue
apropiadamente designada como “música nueva”. Por lo visto la historia
se repite musicalmente así como en otras formas. La “Nueva Música” fue
aceptada y proclamada por las masas, con lo cual se produjo una división
en la vida musical de las personas. Mientras las masas gradualmente
perdían todo conocimiento de los poderes espirituales y curativos
residentes en la armonía y el ritmo, los sacerdotes del Templo y sus acólitos
investigaban más profundamente en los secretos de la ciencia musical.

Como Platón observaría sólo la buena música, según el juicio de los
sacerdotes, era enseñada a los jóvenes egipcios.

Durante el reinado de Ramsés II (570-526 A.C.) hubo un breve resurgir de
reconocimiento y comprensión con respecto al poder y verdadero
significado de la música. Entonces, con la disipación final de este
conocimiento, los ocultos secretos relacionados con el tono y la armonía se
perdieron para todos excepto para los Iluminados. Ellos llegaron a ser, en
cambio, la divina herencia de los griegos.

* * *

LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile

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